Todo comenzó con un mensaje de WhatsApp. «El campo se muere«. El hastío de los agricultores, ganaderos y pescadores españoles, que han visto cómo sus colegas europeos han sacado a las calles sus tractores en protesta por una legislación europea que lleva ya demasiados años obligándoles a reducir sus producciones y más aún sus beneficios, se contagió rápidamente de teléfono a teléfono.